miércoles, 30 de mayo de 2012

Cuento corto: Sólo una brisa


Llegué del centro, internándome por las calles oscuras del suburbio. Colgué el paraguas (inservible por cierto) y me cambié de ropa. El viento soplaba fuerte contra la ventana. Arreciaba palabras provocadoras que sólo lograban atormentarme. ‘Claro,’ pensé,  ‘típico de mayo. Típico de ‘él’’.  Por supuesto que no le creí desde el primer momento, de hecho, sólo atiné a cerrar la ventana. Pero parecía que quería sacarme de mis cabales. No quería reflexionar, no tenía ganas de maquinar. Ya me había preguntado si este karma era por culpa de alguna vida pasada. Cuán miserable o vil habré sido para estar pagando esto en esta vida terrenal. Las velas se estaban por apagar, aquel maldito viento se iba a salir con la suya. Prendí un sahumerio y me dejé llevar por el aroma. Aroma que llevaba a viejos recuerdos. A aquellos momentos de infancia. Pero no tenía ganas de plantearme nostálgicamente volver  a aquellos tiempos. Uno cuando es niño quiere ser adulto para tener libertad de acción, el tema que cuando uno es adulto no se da cuenta que esa libertad va  atada a la responsabilidad. Por ende, la libertad es relativa. Eso me remite a un diálogo que tuve con un vagabundo que decía que era libre por no depender de lo material, del dinero. ¿Pero acaso no se daba cuenta que de ambas formas era esclavo de algo? Por supuesto, quizás tenía más libertad, pero nunca es cien por cien efectiva. Seguramente dependía de otras cosas, incluso en el más extremo de los casos uno termina dependiendo de uno mismo entonces ¿dónde está la libertad? Maldito viento, hijo de... me hizo pensar otra vez. Tomé un licor y me eché al sofá. La luz tenue, silencio absoluto, excepto, claro está, por aquella brisa. No tenía ganas de nada, hacía acróbacias en mi cabeza hasta tal punto de llevarme al delirio, al desinterés absoluto por todo. Y el desinterés me llevó a quedarme dormido. Y el hecho de quedarme dormido me llevó a la muerte. Ni siquiera me resistí ¿para qué? Si lo hacía, al otro día ese maldito viento vendría a molestarme nuevamente. Ahora por fin lo consiguió. Sí…


Escrito por Claudio Gómez