De una enigmática belleza y un talento infravalorado, Gene Tierney tuvo una vida marcada por el éxito y por la tragedia. Ella fue una figura recurrente de las películas de cine negro como The Shanghai Gesture (1941), Laura (1944), Leave Her to Heaven (1945), Whirlpool (1949), Night and the City (1950) y Where the Sidewalk Ends (1950) y podría seguir enumerando y citando más títulos de su filmografía. Ella no trascendía la pantalla sólo por su belleza sino también por su profundidad, vulnerabilidad y un halo estelar que lograba que el espectador no desviara su mirada de ella. Pero así como podía encarnar diversos roles en sus películas, en su vida personal experimentó el sabor del triunfo y la tragedia a una corta edad: el drama de su pequeña hija, su enfermedad, sus romances, la relación con su padre y sus demonios internos la llevaron al límite. Ella solía decir "No tengo problemas en encarnar un rol. Mis problemas empiezan cuando tengo que ser yo misma". Aún así a pesar de los golpes que la vida le dio, supo reponerse y dejarnos un mensaje que inspira la fortaleza y las agallas de encarar la vida incluso cuando parece que no nos podremos reponer de sus golpes. Hoy Gene cumpliría 98 años, ya no está más con nosotros, pero siempre tendremos sus películas y su experiencia de vida como legado.