martes, 6 de diciembre de 2011

Puntos de vista

El viento era fuerte esa mañana. Se levantó, abrió la puerta y en el suelo observó rastros de cenizas. No se preocupó mucho, tomó su campera y se dirigió hacia su trabajo. El mismo viaje de siempre, no sucedió nada que fuera lo suficientemente extraño como para que me detenga a describir. Al llegar a destino, su celular sonó. No había señal, no escuchó la voz y colgó. Insultó a la nada y siguió con su camino. Al doblar, la vio. Sin dudas había pasado un tiempo, eran amigos. No había pasado nada malo como para evitar saludarla. Se acercó hacia ella y decidieron ir a tomar algo. Hablaron de la vida, de planes, su presente, algo del pasado (disimulando anécdotas de cuando solían salir juntos) y se despidieron. Sentimientos encontrados en ese encuentro sin dudas.  Al llegar a su casa, vio otra vez las cenizas en el piso. Sonrió con cierta complicidad. Después de todo, pensó que no en vano existía la frase ‘donde hubo fuego, cenizas quedan’


Escrito por Claudio Gómez