El cortometraje hace alusión a la muerte en forma graciosa, característica del mexicano. Un hombre muere (con voz de Bruno Bichir) y desciende al mundo de los muertos, en donde es recibido con una fiesta bohemia por un gusano, calacas sonrientes y la mismísima Catrina quien le canta sensualmente. Después de un rato de diversión y coqueteo, el hombre descubre que, después de todo, estar muerto no es tan malo.
Su producción duró más de 3 años, y su sola filmación fue de año y medio; se necesitaron alrededor de 15 mil movimientos de los más de 70 personajes que componen este cortometraje de once minutos;en la música destaca la participación de Café Tacuba y la interpretación de Eugenia León.
Este cortometraje es el más caro de la historia de la animación en México con un costo de alrededor de 3 millones de pesos.