jueves, 7 de junio de 2012

Eduardo Galeano, los verdaderos pobres y el miedo



Eduardo Galeano: los verdaderos pobres

"Los pobres, los verdaderos pobres, son todos aquellos que no tienen tiempo para perder tiempo.

Los verdaderos pobres, son aquellos que no tienen silencio y no pueden comprarlo.

Son aquellos que tienen piernas pero se han olvidado de caminar, como las alas de las gallinas han olvidado volar.

Son aquellos que comen basura y la pagan como si fuera comida.

Son aquellos que tienen el derecho de respirar mierda como si fuera aire.

Son aquellos que tienen sólo la libertad de elegir entre un canal de televisión y otro.

Aquellos que viven dramas pasionales con las máquinas,

aquellos que estando entre muchos, están siempre solos.

Los pobres, los verdaderos pobres, son aquellos que no saben que son pobres."

Palabras dichas por Eduardo Galeano, en una entrevista concedida a la revista italiana Una Città:


A menudo tus historias hacen las cuentas con la televisión, que tú definiste de manera sagaz como la ametralladora televisiva. ¿Qué piensas de los medios de comunicación de masas?

La siguiente es un historia verdadera que relató el sultán de Persia miles de años atrás, pero que yo no olvidé, porque es muy poderosa, muy importante.

"Miles de años atrás dijo el sultán de Persia:
"¡Qué maravilla!"; él nunca había probado la berenjena y la estaba comiendo en fetas condimentada con jengibre y hierbas del Nilo.

Entonces el poeta de la corte exaltó la berenjena que da placer al paladar y en la cama hace milagros porque para las proezas del amor resulta más estimulante que el polvo de dientes de tigre y que el cuerno rayado del rinoceronte.

Un par de bocados después, el sultán dijo: "¡Qué asco!", y entonces el poeta de la corte maldijo la berenjena traidora que retarda la digestión, llena la cabeza de feos pensamientos y empuja a los hombres virtuosos hacia el abismo del delirio y la locura.

Alguien malicioso comentó: "Apenas ha elevado a la berenjena al paraíso y ahora la está arrojando al infierno", pero el poeta, que era un profeta de los medios de comunicación de masas, puso las cosas en su lugar: "Yo soy un cortesano del sultán, no un cortesano de la berenjena."


Hoy, en nuestros discursos, en nuestras vidas, en nuestra cotidianidad, el espectro del miedo está muy presente, es invasor, orienta nuestras acciones, nuestros pensamientos...

El miedo global es un tema que no puede faltar en nuestras reflexiones, porque todos nosotros estamos más o menos sufriendo en este mundo una dictadura del miedo. 

 El miedo es poderosísimo, el miedo ha decidido hace poco tiempo la elección del presidente del planeta, este intelectual norteamericano George Bush, el filósofo que ha llegado a ser presidente del
planeta... ¿Gracias a qué? Gracias al miedo.

Poco antes, en vista de las elecciones, apareció un funcionario del miedo, un profesional del miedo: Bin Laden, una figura con una cara demoníaca, enmascarado como en el carnaval en Uruguay, y que anunció que se comería a todos los niños vivos...
Bush venció con cuatro puntos de ventaja.
Es muy poderoso el miedo, decide todo: el miedo a ser, el miedo a recordar, el miedo a comer, el miedo a respirar, el miedo a caminar, el miedo de hablar.

Sobre el miedo querría leer un pasaje de Patas arriba:

"Aquellos que trabajan tienen miedo de perder el trabajo, aquellos que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo, el que no tiene miedo
del hambre tiene miedo de la comida, los automovilistas tienen miedo de caminar y los peatones tienen miedo de ser atropellados, la democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de hablar, los civiles tienen miedo de los militares y los militares tienen miedo de la falta de armas, las armas tienen miedo de la falta de guerras.

"La nuestra es la época del miedo: miedo femenino a la violencia del hombre y miedo masculino a la mujer sin miedo, miedo a los ladrones, miedo a la policía, miedo a la puerta sin cerradura, al tiempo sin relojes, al niño sin televisión, miedo a la noche sin pastillas para dormir y al día sin pastillas para despertarse, miedo a la multitud, miedo a la soledad, miedo de lo que ha sido y de lo que puede ser, miedo de morir, miedo de vivir."