Cuando decidí salir a la ruta como solista después de muchos años tocando en banda como guitarrista líder, sabía que tenía que cambiar, entre muchas cosas, la forma en la que venía componiendo. Los riffs, los solos y los arreglos dejaron de ser algo primordial. Ahora, lo que importaba era hacer canciones, contar historias, comunicar ideas, reflejar sentimientos con palabras y melodías.
En principio, dejé de lado los discos de guitarristas en llamas, bajistas virtuosos, y bateristas estruendosos, y me dirigí a la tienda a comprar discos de cantautores. Tom Waits, Bob Dylan, Neil Young, Eddie Vedder y Chris Cornell invadieron mi equipo de música. Sabía que no iba a dejar de lado el rock que hizo forjar mi personalidad musical, pero era natural que algo nuevo se aproximara.
Comencé a percibir la música de manera diferente: había caído en la cuenta de que era posible volver a mi forma más primitiva de componer, cuando allá por el año 1998 o 1999, con escasa experiencia escribí mis primeras composiciones. Acordes convencionales, frases simples y estribillos pegadizos eran la base de toda canción, que se reflejaban en las cuerdas de la guitarra acústica. Pero a la vez, me di cuenta de que eso no alcanzaba. Si bien pensaba que la mayoría de las personas escucha hits, también un gran porcentaje disfruta de algo más, de otras melodías que a veces parecen estar perdidas en un disco. Entonces, decidí que lo mejor era hacer, precisamente canciones, con muchos -o no tantos- acordes, pero hacer canciones.
Si bien algunas de las canciones que comencé a tocar en mi etapa solista datan desde el año 2001 en adelante, la gran mayoría formaban parte de esa combinación entre el formato “canción” y el formato “tema de banda de rock”. De a poco, las canciones fueron cobrando vida al tocarlas en vivo, encajaron los solos que tenía grabados en mi mente desde hacía meses o incluso años. Así, quedó compuesto mi primer EP “Renacer”, mientras que, las demás, con arreglos de batería y bajo que también cuajaron, siguen en su proceso de transformación para quedar registradas en mi futuro primer LP.
Muchos prefieren los hits, otros tantos prefieren las grandes canciones. Me propuse hacer canciones, con muchos -o no tantos- acordes. Lo más interesante de todo es cuando me dicen: “No puedo dejar de cantar ese tema de tu disco”. En ese momento, creo que la composición quedó inmortalizada para siempre. Supongo que en la canción existe algo interesante, algo mágico: una historia de amor que no fue, un sentimiento ruin, un pensamiento filosófico. Se trata de crear canciones. Canciones que sean lo suficientemente buenas como para que se queden petrificadas en los oídos para siempre, o al menos por un buen rato.