Las sombras, se agigantan; las palabras, cobran otro sentido en el silencio; los miedos, las incertezas más absurdas cobran una fuerza inusitada. En ese albor de la medianoche es cuando me canso de sobreactuar, de hacer creer que todo está bien y, en definitiva, me dejo llevar a la deriva. Esta fachada se cae abajo cuando ellos se unen a este festín existencial. En un círculo, en ronda, allí los veo. Me sonríen. Se encarnan en distintos fracasos, temores, dudas...se personifican en recuerdos, en voces que me susurran, que me incitan a coquetear con los pensamientos más absurdos. En un rincón, yo los observo. Los miro, juego a ver si pueden mantener su mirada...pero siempre pierdo, me acobardo. Quiero borrarlos con un leve parpadeo, pero no, allí siguen. Desfilan con sus máscaras que cambian según la perspectiva con la que los veo. "No me aterrorizan", pienso. Intento sacarles la ficha, encontrarle la vuelta, pero cuando estoy a punto de hacerlo entro en un sopor. Sueño, le dicen...
Por Claudio D. Gómez
lunes, 29 de julio de 2013
Insomnífero, crónica de un ente
7/29/2013 12:56:00 a. m.
Literatura