martes, 23 de agosto de 2011

Uno con setenta y cinco

Cincuenta minutos. Es lo que dura mi viaje en un día de rutina normal. Es el espacio/tiempo que uso para pensar, mirar y analizar las cosas. Ya he hecho una breve descripción de lo que significa realizar por inercia el mismo recorrido en colectivo en una de las historias publicadas aquí. Pero ahora ahondaré más en el tema.
El colectivo. Cuántas historias guardará y cuántos secretos esconderá. Alguna conversación ajena que ingresa intrusamente en nuestros oídos y muchas veces no podemos evitar reírnos de lo que escuchamos. Lo mas curioso es viajar a las 6 Am. Ver a los pasajeros sonámbulos inmersos en el sueño profundo, darse cuenta de que todo es silencio, que sólo se escucha el motor del bus. Algunos, están en su burbuja concentrados escuchando su 'música' y, al preguntarles si bajarán en la próxima estación, te miran como si uno estuviese hablando en un dialecto extraño. 
Luego, observar por la ventana el mismo paisaje monótono de la ciudad…sin prestarle atención, se nos vienen imágenes de lo que hemos hecho durante el día(o en alguna etapa de nuestras vidas), hacemos algún racconto de la semana… es donde armamos planes, proyectos, planificamos el día y quizás mucho más, hasta que llegamos a destino… y hacemos todo lo contrario a lo que hemos pensado durante aquel viaje.