lunes, 18 de marzo de 2013

Cine: Elena (Por Juan E. Tranier)


El tercer film de Andrey Zvyagintsev, Elena (los anteriores fueron El Destierro [The Banishment, 2007] y El Regreso [The Return, 2003]) es un drama moral claramente influido por el universo de Dostoievsky, esto es, conflictos de clase, económicos y filosóficos.
El relato va desplegando capas de información lentamente; el primer plano del film son unas ramas secas sobre el fondo de un departamento fuera de foco, mientras amanece el foco se va corriendo de las ramas al fondo, y es así como entramos al hogar de Elena y Vladimir. Lo primero que se puede apreciar es que este un departamento de cierto lujo, de una clase de alto poder adquisitivo, con muebles modernos acomodados de rigurosa forma geométrica. El elemento disruptivo es Elena (una notable Nadezhda Markina), que se despierta dentro de esta casa en una cama muy pequeña, lo da a suponer que podría ser una criada o una mucama, ya que al levantarse empieza a limpiar, a preparar el desayuno y despierta a Vladimir. En el desayuno podemos comprobar que ambos están casados, que cada uno tiene hijos de matrimonios anteriores (ella un varón, Sergey, y él una mujer, Katerina), que ambos provienen de clases sociales distintas, él es una persona con mucho dinero ya jubilada y ella es una persona humilde, ex enfermera (este detalle es clave ya que ellos se conocieron diez años atrás durante una internación de él).
No solo comparten estas diferencias, sino que los hijos de ambos son producto directo del contexto socio-económico en el que fueron criados: Katerina (Elena Lyadova) lleva una vida disipada y detesta a su padre, pero recibe de muy buena manera el dinero que éste le envía; Sergey (Aleksei Rozin) está desempleado, tiene una esposa, dos hijos y se las arregla como puede con la ayuda económica que Elena le proporciona. El conflicto aparecerá cuando Sergey necesite dinero para enviar a su hijo adolescente, Sasha, a la universidad para evitar el ejército. Elena le pedirá esta plata a Vladimir y este se negara alegando que no piensa mantener a nadie que no sea de su propia familia, menos a personas que él considera vagos.
Aquí es donde abandonaré la sinopsis de la película ya que lo que sigue es una serie de sucesos que tendrán ribetes policiales o de suspenso y no conviene develar demasiado. El relato hasta ese momento está construido a partir de contrastes: entre Elena y Vladimir (los viajes que emprenden cada uno: ella en tren, junto a la clase trabajadora, a visitar a su hijo y él en un auto modernísimo, escuchando música clásica, al gimnasio, mirando despectivamente a un grupo de obreros que cruzan la calle), entre Katerina y Sergey (ella no puede ser más despreciable, pero al menos es sincera, llegando a espetarle a su propio padre internado que no le importa lo que vaya a pasarle, que solo quiere su dinero; y él es una criatura inútil, que no sirve para hablar seriamente con su propio hijo, sin saber realmente como mantener a su familia), entre hogares (el departamento de Vladimir y Elena es amplio, luminoso, bien cuidado y ordenado, mientras que el departamento de Sergey y su familia está ubicado en un monoblock decadente, sucio, diminuto y desordenado), entre consumos de cultura (Vladimir escucha música clásica y mira programas de interés general, Elena y su familia miran reality-shows).
Pero el gran protagonista de Elena es el dinero. El dinero como valor, como objeto de legitimación, de deseo, de esperanza. Todas las relaciones de poder dentro de la película están determinadas a partir del dinero, el que posee dinero doblega al otro. Vladimir y Elena viven en la misma casa pero duermen en camas y cuartos separados, ella es prácticamente una sirviente de él, incluso tienen sexo cuando él lo desea. Katerina le saca todo el dinero que quiere a su padre, ya que siendo hija biológica cree que ese es su derecho. Lo mismo sucede con el hijo de Elena, Sergey, que le pide dinero a su madre para sustentar a su propia familia (aquí puntualmente hay ejemplo muy curioso y hasta divertido en una de las primeras escenas: Elena va al banco a cobrar su pensión y luego hasta lo de su hijo a dejarle dinero, allí le da una x cantidad y él se guarda unos billetes y a continuación le entrega el resto a su esposa, dejando en evidencia quien es el que lleva los pantalones en esa casa).
Si bien el film es interesante, su premisa es sumamente atractiva y está muy bien construido en su primera mitad, tiene falencias, ciertos personajes están delineados con trazo grueso (Sergey y su familia) y cuando el relato va mutando de género, del drama al thriller (pero siempre con los dilemas morales presentes), lo que estaba narrado con parsimonia, de forma cansina pero inteligente, de repente se resuelve de forma torpe o apurada, no dejando respirar a las escenas o a las resoluciones.
De todas maneras es una propuesta lucida, critica, atemporal, demostrando que estos problemas (el dinero) existen y persisten desde siempre (con una larga tradición literaria que va desde Dostoievsky o Tolstoi hasta hoy) o, al menos, desde el uso de objetos de valor como intercambio de bienes;Zvyagintsev demuestra pulso firme, sabiendo qué narrar y cómo. 

Por Juan E. Tranier

Ficha técnica:


Elena, 2011, 109’, RUS, Non Stop Productions / Zeitgeist Films
Dirección: Andrey Zvyagintsev
Guión: Andrey Zvyagintsev, Oleg Negin
Producción: Ekaterina Marakulina, Alexander Rodnyansky
Fotografía: Mikhail Krichman
Montaje: Anna Mass
Arte: Andrey Ponkratov
Música: Philip Glass
Reparto: Nadezhda Markina, Andrey Smirnov, Elena Lyadova, Aleksey Rozin
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