martes, 17 de julio de 2012

Cuento corto: La fórmula


Mi coqueteo con ciertos conceptos tomados, desde el paradigma, como negativos ha sido recurrente en mí desde hace harto tiempo. Es así que mi interés por la literatura que bordea conceptos como la soledad, la oscuridad y el existencialismo es evidente. Obviamente, que he sido sujeto a análisis irrelevantes sobre mi ser y personalidad, llevando incluso a ciertas personas a tener cierto temor por mi amor a estos detalles. Detalles que al común de la gente puede llegar a asustar. A usted querido lector, si aún quiere continuar leyendo estas líneas debo decirle que tiene tiempo a abandonarlas.
Nunca aprendí a admitir mi paranoia y la forma en que me desasosegó escuchar lo que esa persona decía de mí...sencillamente me llevó al caos. Me estrellé contra mi ego cual pájaro contra un ventanal en un día de niebla. Había sido en vano. Tomaba notas, hacía análisis exhaustivos, pensaba todas las madrugadas…trataba de encontrar la fórmula. Pero no. No, no , no….¿En qué fallaba? Mi exhaustiva búsqueda me llevó al delirio. A tal extremo, que decidí encerrarme, a la reclusión. Como Dr Jeckyll huyendo de todo Londres. Acurrucado junto a un montón de papeles, empecinado en buscar una fórmula. En mi monstruosa metamorfósis, sufriendo los embates de la soledad. Oh sí, estimado lector, aunque debo admitirle que no siempre dos más dos es igual a cuatro. No tuve la fortuna de que irrumpieran mi habitación como Utterson y Poole en mi búsqueda. No. He ahí que tuve por primera vez la certeza de algo: quien desaparece para que lo extrañen corre el riesgo de que lo olviden. Y yo corrí ese riesgo…


Escrito por Claudio Gómez